

Tras el lanzamiento de Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado en 3DS hace unos pocos meses, ahora llega el turno de la octava entrega principal, probablemente la más especial y memorable de esta mítica saga de rol japonés. Dragon Quest VIII: El Periplo del Rey Maldito salió originalmente para PlayStation 2 a finales de 2004 en Japón, y un año y medio más tarde se convirtió en la primera entrega principal en llegar a Europa.

Además, también fue el primer juego principal de Dragon Quest editado por Square Enix tras la fusión (las entregas anteriores fueron obra de Enix). Para tan importante juego, Square Enix encomendó en su día el desarrollo a Level-5, un estudio ahora de sobra conocido, pero que en aquella época sólo contaba con Dark Cloud y Dark Chronicle en su historial. Viendo los resultados, no hay duda de que fue una decisión excelente. Tras demostrar su extraordinaria valía con el original de este juego en PS2, Level-5 también desarrolló Dragon Quest IX para la vieja DS y creó sus propias sagas de gran éxito (Yo-Kai Watch, Inazuma Eleven, Profesor Layton, Ni no Kuni, etc.).

Esta es la primera ocasión de jugar a este gran juego tanto en una máquina de Nintendo como en una consola portátil, aunque también fue adaptado a iOS y Android hace un tiempo. Para esta versión de 3DS, Square Enix ha incorporado novedades muy jugosas que os detallaremos a lo largo del análisis.
Tras los pasos de Dhoulmagus
En esta entrega, nuestro héroe escolta a un rey convertido en monstruo tras la maldición que sufrió su castillo, en busca del responsable de tales acontecimientos: el malvado mago Dhoulmagus. Encontrarlo y derrotarlo parece ser la única manera de devolver las cosas a la normalidad, y para ello nuestros personajes se ven obligados a recorrer el mundo en un gran periplo lleno de sorpresas.

Estamos ante rol clásico en su sentido más puro. Dragon Quest VIII nos traslada a un mundo de fantasía medieval, en el que la magia y la hechicería salpican las subtramas de sus numerosos castillos y ciudades. Los combates son por turnos y muy tradicionales, con los hechizos e ítems habituales en la saga.

También hay que reconocer que en ciertos aspectos las mecánicas son un poco simples, y que incluso en el lanzamiento original en PS2 parecían algo anticuadas. Por ejemplo, el sistema de desarrollo de los personajes mediante puntos de destreza para perfeccionar su dominio de las armas: aunque funciona correctamente y nos anima a subir niveles para aprender nuevas habilidades, no ofrece el mismo grado de profundidad que otros juegos de rol para desarrollar a nuestros personajes.

Pero, como decíamos, es rol clásico y tradicional en su máxima expresión, y este juego supuso la culminación de lo que ello representa. Y aunque en algunas cosas pueda parecer limitado por el clasicismo de su planteamiento, también supo sorprender en otras, como en su magnífica sensación de exploración. En lugar de apostar por un sencillo mapamundi para viajar entre ciudad y ciudad como anteriores entregas, Dragon Quest VIII introdujo un enorme mundo abierto que no tenía precedentes en el género, y que incluso a día de hoy sigue fascinando en 3DS. Este gran mundo está lleno de secretos, y resulta muy gratificante explorar para descubrirlos.
Rubí y Morrie
Probablemente, la novedad más importante es que hay dos nuevos personajes jugables. La verdad es que en el juego original el plantel se quedaba un poco corto con sólo cuatro, aunque todos ellos eran (y siguen siendo) tan carismáticos que nunca nos importó demasiado: el héroe, el ex-bandido reformado Yangus, la aprendiz de hechicera Jessica y el caballero templario Angelo.
Pero ahora que tenemos a dos más, estamos encantados con ello. Se trata de un par de viejos conocidos, que ya en el juego original eran secundarios y ahora debutan como jugables: la bandolera Rubí y el dueño de la Arena de Monstruos, Morrie.

Eso sí, a diferencia de los cuatro personajes “de siempre” (que se unen al principio de la aventura), para reclutar a Rubí y Morrie hay que llegar primero a la mitad de la larga aventura del juego. Rubí se une como parte de la historia en cierto punto, y tiene habilidades clásicas de ladrona. Por su parte, para hacerse con Morrie hay que abrirse paso antes hasta lo más alto en su Arena de Monstruos; este excéntrico personaje podría definirse como una combinación entre artista marcial y juglar. Con estos dos nuevos personajes, las combinaciones y estrategias se multiplican, lo cual aporta muchas posibilidades a los combates.
Más novedades
Otra destacable novedad es la posibilidad de capturar imágenes de todos los escenarios que exploremos. Un nuevo personaje llamado Camarón Obscuro nos propone una serie de retos fotográficos, como hacer capturas de monstruos o lugares específicos; superar estos desafíos tiene sus recompensas. Además, también podemos hacer postales con las imágenes que hayamos tomado y compartirlas por StreetPass.

También hay nuevas escenas argumentales que añaden un mayor trasfondo a los personajes, e incluso un nuevo final (por lo que ahora el juego incluye tres finales diferentes). Por otra parte, ya no hay combates aleatorios y sólo peleamos cuando tocamos a los enemigos, que ahora son visibles en los escenarios; esto contribuye a que la exploración sea aún más placentera.

En su contra hay que señalar también un pequeño cambio a peor: unas ligeras dosis de censura respecto al juego original de PS2. Algunas ropas de Jessica son ahora un poco más conservadoras, y se han suavizado un par de escenas por su violencia. En el original, cierto personaje obligaba a su criado a comer comida de perro en un arrebato de crueldad, y esas imágenes ya no aparecen en 3DS; y en la otra escena afectada, otro personaje se apuñalaba a sí mismo en el brazo para liberarse de una maldición, pero ahora se limita a usar un hechizo. Aunque sólo son momentos puntuales del juego y los cambios apenas afectan a la historia, dichas escenas pierden fuerza en 3DS, y las motivaciones y convicciones de esos personajes no quedan retratadas igual de bien.
Apartados visual y sonoro
Tras Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado, y a pesar de que los gráficos de dicho juego fueron completamente rehechos con buen gusto en 3DS, vais a notar un salto sustancial en esta entrega, que cuenta con unos escenarios mucho más amplios y mejor construidos. Sin embargo, visualmente no llega del todo al nivel del original de PS2, especialmente en aspectos como los colores y la iluminación.
Además, tampoco tiene efecto 3D. Hay que tener en cuenta que ahora (y a diferencia de la versión de PS2) hay numerosos enemigos visibles en los escenarios, lo cual requiere memoria de la consola que hay que sacrificar de otros lados. Pero hubiera estado bien que al menos Square Enix hubiese aprovechado la potencia extra de los modelos New 3DS para ofrecer efecto 3D en estos modelos.

En cuanto a la banda sonora, es una de las mejores que hemos escuchado en un videojuego: esta versión incluye la banda sonora del original japonés de PS2, en lugar de los elegantes arreglos sinfónicos que se añadieron en la versión occidental para la vieja consola de Sony. Hubiéramos preferido volver a disfrutar de la orquesta, pero aun así las melodías siguen siendo de lo mejor. Por otra parte, el juego incluye las mismas voces en inglés de PS2.
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